Saturday, February 20, 2010

DOGS, Legendary Lovers, Epic 1983 (Discos a recuperar 11)


Francia nos ha dado a Francoise Hardy, Michel Polnareff o Serge Gainsbourg. Grandes, grandísimos, todos ellos de la música popular. Pero en lo que a grupos de rock 'n roll se refiere, ¿cuántos nombres del calibre de los citados se te ocurren? ... A mí, sin duda alguna, sólo se me ocurre uno: los Dogs. Ah, los Dogs. Los Dogs de Dominique Laboubée. Los Dogs, ¿el mejor grupo francés de rock'n'roll? Tal vez. Me ocurre con ellos otra de esas "liaisons" especiales... En pleno proceso adolescente de descubrimiento de los icónos del pop (Dylan, Velvet, Who, Creedence, Stones, Bowie...) y entrando ya en el punk (Clash, Pistols, Jam, Heartbreakers...) creo que los Dogs fueron uno de los primeros grupos "underground", por así decirlo, que se cruzaron en mi camino. Un amigo en clase tenía la entonces reciente reedición en disco doble de sus dos primeros álbums "Different" y "Walking Shadows". Aquellas portadas prometían! Paralelamente cayó en mis manos un ejemplar del fanzine "La Herencia de los Munster". En su nº 10, entre otras lindezas, había un artículo en profundidad sobre ellos...

Originarios de Rouen, en la zona de Normandía, el grupo se formó en 1973. Hasta la publicaicón en 1978 de su debut discográfico (el mítico single "Charlie Was A Good Boy/19/No Way", que Robin Wills recuperaba hace nada en su magnífico blog), darán conciertos, interpretarán significativos covers (Stooges, Standells, Pretty Things, 13th Floor Elevators...), Dominique compondrá sus primeras canciones, y vivirán el cisma que dará lugar a la formación clásica del grupo: Dominique (voz y guitarra), Huges Urvoy (bajo) y Michel Gross (batería). Con esa fromación registran sus dos primeros LP's para la discográfica Phillips, que les colocarán en un lugar privilegiado dentro de la escena francesa. Para la grabación de su tercer LP, "Too Much Class for the Neighbourhood", incorporan a Antoine Masy Perier a la guitarra y fichan por Epic Records, consiguiendo así el respaldo que necesitaban tanto artístico como monetario para llevar su prometedora carrera más allá. Así se inicia la etapa más fructífera a todos los niveles del grupo. "Too Much Class..." editado a mediados de 1982, grabado en Londres y con producción a cargo de Tony Platt, supone para muchos de los fans del grupo su cima artística. Y ciertamente se trata de uno de los mejores ejemplos de rock 'n roll exultante y vitalista firmados en los ochenta.

Después de una gira por toda Francia y de hacer 15 fechas por el Reino Unido abriendo para Dr. Feelgood, los Dogs se convierten en la gran esperanza blanca del rock francés. Y es en este contexto donde se fragua el disco que hoy nos ocupa (grabado nuevamente en Inglaterra bajo la producción del gran Vic Maile -responsable del sonido de los primeros discos de los Jam, Inmates o los mismos Feelgood-). No sé si es el mejor disco de su carrera, pero a mí me gusta especialmente porque tiene todo lo que hacía al grupo tan especial: clase, estilo, actitud, y sobre todo un ramillete de canciones realmente invatible. Claro que los Dogs no eran un grupo surgido en la explosión punk que más tarde evolucinó hacia derroteros más melódicos y calmados. Lo suyo venía de antes, de mucho antes. De la mejor tradición del rock 'n roll. La que representaron en los 70 los Flamin' Groovies, trazando el arco que va desde "Flamingo" hasta "Jumpin' In the Night". Ya lo dejaban patente desde el título de su clásico debut, "Different". Ellos lo eran. Desde ese trallazo que abre el disco titulado "Little Johnny Jet" y hasta el final, "Legendary Lovers" es un compendio de lo mejor que el rock puede ofrecer: frescura, diversión, una forma de entender la vida y de vivirla. Al otro lado del Atlántico estaban los Plimsouls, y a éste los Dogs.

Viendo en Gazteszena a los Hi-Risers el otro día abriendo para Roy Loney y Señor No, me acordé de los Dogs, y me dí cuenta, una vez más, de lo difícil que resulta hacer lo que ellos hacen: que lo difícil parezca fácil, que el rock suene a rock. "Lo difícil podemos hacer ya mismo, lo imposible puede llevarnos algo más".

Monday, February 08, 2010

Recordando a DAVID McCOMB & THE TRIFFIDS, Stolen Property

Recuerdo perfectamente cuando leí el primer obituario que anunciaba la muerte de David McComb, líder del grupo australiano The Triffids. Fallecía muy poco antes de cumplir los 37 años, por complicaciones derivadas de un rechazo al trasplante de corazón que había tenido tiempo atrás, unidas a años de consumo de heroina y alcohol. Me impresionó el texto ensalzando su figura y su obra, y la foto que lo acompañaba que le representaba en medio de un paisaje de desierto australiano. Aquello hizo que investigara al personaje y que después me enganchara definitivamente a su música, que fui descubriendo y admirando poco a poco, hasta hacerla propia. Se cumplen por estas fechas once años de su desaparición, y a vuelta con los cumpleaños y las edades y las coincidencias, no es sino otro dato más que de manera precisa remarca de nuevo esa más que especial querencia por este talento único... Y es que el efecto que produce en mí la música que David McComb hizo con los Triffids es tan único y duradero, tan especial y profundo, que le sitúan a la cabeza de esos favoritos personales, aquellos que guardamos para nosotros y que compartimos sólo con unos pocos elegidos. No se trata, a estas alturas, de convencer a nadie, ni de enslazar por encima de supuestos méritos a quien no lo merece. Acabo de encontrar este vídeo del tema "Stolen Property", una canción que por sí sola puede resumir todo ese especial hechizo que la música de los Triffids representa, o al menos se le acerca bastante, y me apetecía compartirla. La versión original aparece en su clásico "Born Sandy Devotional" (1986), uno de mis discos favoritos de los ochenta, y de cualquier otra década, si nos ponemos.


Si acabáis de visionar y escuchar el vídeo, poco más puedo añadir. ¿Que la ejecución no es perfecta? Mejor así. Para los que aún no tengan el disco conviene recordar que Domino Records lo recuperó en 2006, inaugurando la serie de ejemplares reediciones de toda la discografía de los Triffids. Y es ahora también cuando se anuncian dos acontecimientos que harán que todo fan de los Triffids que se precie salive con profusión. Por un lado, el próximo 5 de abril Domino edita "Come Ride With Me ... Wide Open Road: The Best of the Triffids", una caja que contendrá al menos 8 cd's repletos de rarezas del grupo: las míticas 6 cassettes que el grupo editó antes de publicar en vinilo, conciertos, demos, sesiones de radio, ensayos... Y, por otro lado, pocos días después, el 9 de abril los cinco miembros supervivientes del grupo se reunirán de nuevo para rendir homenaje a David, en un evento que denominan "A Secret In The Shape of A Song", y que ya presentaron en Perth y Sydney en 2008. Una velada que anuncian larga ("it's such a repertoire", justifican; ¡ya lo creo!) y con la presencia de músicos amigos y fans del grupo, que rendirán merecido tributo al legado musical que David McComb nos dejó. El concierto se celebrará en el Barbican londinense y unos días después se repetirá en Belgica y en Atenas. Más detalles en la web del grupo.

Al margen de proyectos como The Blackeyed Susans o The Red Ponies, la carrera musical post-Triffids de David McComb tiene su mejor momento en el único album que pudo grabar a su nombre, "Love Of Will". Editado por Mushroom en 1994 y descatalogado desde hace tiempo (aunque visto el excelente trabajo de Domino, seguro que en un futuro no muy lejano lo vemos reeditado), se trata de una excelente colección de temas que resumen las cualidades de McComb como compositor y que en la orientación musical abandona un poco la experimentación más atrevida de "The Black Swan", último álbum de estudio de los Triffids, en favor de un sonido más orgánico y musculoso, sin perder esa especial sensibilidad marca de la casa en títulos como "Day Of My Ascension", "Nothing Good" o "Lifelike". Muy especialmente recomendado, junto con TODA la discografía de The Triffids, y un resumen perfecto de uno de los grandes talentos salidos de Australia... ¡Va por tí David!