Saturday, September 20, 2008

Los Grupos de Chicas – Breve Historia de un Sonido

Era otra época, sin duda. En todos los aspectos. Me refiero a los primeros años 60, cuando se produce el apogeo de ese género musical que se ha venido a denominar como "sonido de grupos de chicas". Por aquel entonces, para entendernos el periodo que va de 1959 a 1964 –si tomamos como hitos de separación las muertes de Buddy Holly, Richie Valens y The Big Bopper en accidente de aviación (febrero de 1959), y la invasión británica encabezada por los Beatles (1964)- Norteamérica vivió un fértil lapso de creatividad musical. Desde California la música surf comenzaba a extenderse por toda la nación, mientras que en Detroit la factoría Motown creaba un sonido único que conquistaría las ondas de medio mundo, y el sello Atlantic, con sede en Nueva York, editaba los clásicos discos de The Drifters, Ray Charles, The Coasters, Solomon Burke o Ben E. King. En general, en todo el país se producía música que ya difícilmente era encajable en las categorías preeminentes hasta entonces: rockabilly, rhythm & blues, doo-woop y rock ‘n’ roll. ¿Dónde meter a artistas como Del Shannon, Sam Cooke, Gary U.S. Bonds, Roy Orbison, los Everly Brothers, Jackie Wilson, Gene Pitney, los Isley Brothers, Dion, los Four Seasons, los Beach Boys, y un largo, y maravilloso, etc.?

En medio de este panorama, y junto a los denominados "teen-idols" (los Fabian, Frankie Avalon, Bobby Rydell, etc.), los grupos de chicas fueron el único genero que completó su periodo vital (nacimiento, auge, y caída), en los primeros años sesenta, facilitando de paso la transformación definitiva de una industria discográfica muy diferente a partir de entonces.

Pero antes de seguir conviene efectuar una pequeña precisión semántica, para no perdernos antes de tiempo. ¿Qué entendemos por grupos de chicas? Así se ha denominado este género porque, lógicamente, se trataba de grupos formados por chicas. Sin embargo, no era éste el único rasgo definitorio, sino un elemento más que configuraba un estilo caracterizado por un sonido muy definido, unas letras también especiales, y una organización empresarial sui generis. Todo ello articuló un fenómeno que con el tiempo ha devenido tan significativo, influyente y duradero como cualquiera otra de las muchas mutaciones del rock‘n’roll. Un género que, como hemos dicho, nació, se desarrolló, y alcanzó su zenith en un corto periodo de tiempo, apenas 3-4 años.

Y haciendo un esfuerzo de concreción geográfica, podríamos decir que, sobre todo, el sonido de grupos de chicas tuvo su sede principal en Nueva York, de donde no sólo surgieron algunos de los grupos más significativos, sino que además era la ciudad que acogía a la mayoría de la industria que aportaría la infraestructura necesaria para su éxito. Compañías discográficas, estaciones de radio, distribuidoras y, sobre todo, un elenco humano configurado por compositores, músicos de sesión, arreglistas y productores que constituiría la columna vertebral de este fenómeno. Gracias a ellos podemos hablar de un sonido de grupos de chicas. Tanto es así que, confundiendo casi la parte con el todo, hablar del Brill Building –el edificio situado en el 1619 de Broadway, Nueva York, donde se daban cita y trabajaban gran parte de ese personal-, es tanto como decir sonido de grupos de chicas. (Si bien conviene aquí precisar que, en realidad, la gran mayoría de artífices del sonido de grupos de chicas trabajaban al otro lado de la calle, concretamente en el 1650 de Broadway).

Cronológicamente hablando, el primer ejemplo de grupo de chicas que según la definición anterior podemos considerar sería el de The Chantels. Un conjunto que marcaba, en líneas generales, el modelo que como precedente inmediato e inspirador de la explosión posterior, sería reproducido hasta la saciedad por los grupos que catapultaron este sonido a lo más lato de las listas de éxitos. Formado por cinco compañeras de clase de un instituto del Bronx, en Nueva York, el grupo pronto llamó la atención de Richard Barrett, un cantante, compositor y productor al servicio de uno de los empresarios discográficos más en importantes del momento, George Goldner. Éste había puesto en funcionamiento a lo largo de los años 50 multitud de pequeños sellos discográficos (entre otros muchos, Tico, Rama, Gee o Gone) que sacaban a la luz a una gran cantidad de grupos de r&b, doo-woop y rockabilly, sobre todo del área de Nueva York. Bajo la supervisión de Barrett, y en un nuevo sello creado ex -profeso por Goldner, End Records, The Chantels editaron su primer sencillo, "He’s Gone". Pero fue con el tema "Maybe", su segundo sencillo editado a comienzos de 1958, con el que las Chantels alcanzarían la fama. Y con ellas completamos grosso modo la fórmula de nuestro fenómeno: el grupo de chicas (muy jóvenes, adolescentes) – la imagen-, el productor y compositor –el sonido-, y el capo discográfico independiente (las multis, afortunadamente, eran cosa del futuro aún) –el negocio-.

Y si las Chantels fueron el primer grupo de chicas, entonces The Shirelles serían el primer gran grupo de chicas, con canciones como "I Met Him On A Sunday" (su primer single, escrito por ellas mismas), "Dedicated To The One I Love", "Tonight’s The Night" y, sobre todo, "Will You Still Love Me Tomorrow". Con este último tema consiguieron a finales de 1960 un nº 1 no solo en los USA, sino en el resto del mundo, marcando las pautas a seguir y el canon tanto en imagen y como en sonido por toda la serie de grupos que surgieron a su albur. Este tema fue además el primer gran éxito de su autora, que pasaría a ser una de las compositoras (junto a su marido Gerry Goffin) más prolíficas y geniales de esta nueva era: Carole King, y aportaba el sustrato definitivamente pop de este nuevo y excitante sonido.


The Paris Sisters

Sin duda alguna, un aspecto fundamental en el sonido de grupos de chicas era, junto a la imagen de los conjuntos, las letras de las canciones. No hay que olvidar que América era entonces un país muy diferente, y el optimismo hacia el futuro que representó la elección de John F. Kennedy como Presidente, no podía dejar de tener su reflejo en muchas de las manifestaciones artísticas del momento. Aparentemente las cosas resultaban entonces más sencillas, naturales, inocentes, menos artificiosas y afectadas, y la diferencia entre lo bueno y lo malo estaba clara. Y ciertamente, cuando eclosionaron comercialmente los grupos compuestos exclusivamente por chicas, así era todo. La narrativa resulta ahora, vista con ojos del siglo XXI, de todo punto naif e inocente, letras inofensivas, en su mayoría, y que hoy casi nos hacen sonrojar. Pero entonces eran el vehículo perfecto para retratar los rifirrafes sentimentales de toda una generación de adolescentes. Escenificaciones teatrales de melodramas adolescentes, que comprendían enamoramientos, rupturas, reconciliaciones, dudas, celos e incluso casamientos. O si se prefiere, traiciones, corazones rotos, chicos rebeldes, e incomprensión social a raudales. En su mayoría abordados desde la perspectiva femenina, y a pesar de que sus compositores tuvieron que hacer frente a que les acusasen de superficiales, las letras expresaban en el fondo una querencia por una vida mejor y no excluían en algunas ocasiones interesantes reflexiones sobre las relaciones de pareja, e incluso las convenciones sociales preeminentes.

Pero sobre todo, claro está, lo que definía al sonido de grupos de chicas era, precisamente, un sonido muy concreto y nuevo, que tomaba elementos del sonido vocal de la música doo woop, del R&B negro, la escuela de producción Leiber & Stoller (Coasters, Drifters...), y el pop blanco, convirtiéndose todo en la perfecta canción pop de chicas. Y en la creación y desarrollo de ese sonido intervinieron los que, junto a los propios grupos, serían los verdaderos artífices de todo el fenómeno: toda una plétora de compositores, productores, arreglistas, empresarios y músicos. Entre los primeros, podríamos destacar sobre todo las parejas de compositores formadas por Jeff Barry y Ellie Greenwich, Barry Mann y Cynthia Weil o los ya mencionados Carole King y Gerry Goffin. Y de entre los segundos a Phil Spector, Jerry Leiber y Mike Stoller, o George "Shadow" Morton. Además, no podemos dejar de citar a los dos sellos discográficos más representativos de este sonido: Philles Records y Red Bird. Ambos basaron su catálogo, casi exclusivamente, en grupos de chicas, aplicando sus propias técnicas de producción en cadena. Phil Spector, el primer magnate adolescente (Tom Wolfe dixit), fundador y mandamás de Philles, se sirvió para crear su célebre "Wall Of Sound" de los mejores músicos de sesión de Los Ángeles, las mejores parejas de compositores (Barry/Greenwich, Mann/Weil, Poncia/Andreoli, Goffin/King) y de su único y omnisciente talento, para modelar las sinfonías adolescentes de las Crystals, Bob B Soxx & The Blue Jeans, las Ronettes y Darlene Love. Por su parte, Red Bird Records era obra y gracia de los inquietos Jerry Leiber y Mike Stoller, quienes operando desde Nueva York, editaron a las Dixie Cups, las Jelly Beans, y las Shangri-Las, entre otros. Mientras que Leiber y Stoller se preocupaban más del aspecto mercantil del negocio, el peso artístico recayó, sobre todo, en Jeff Barry y Ellie Greenwich que como compositores principales (también producían y arreglaban), se encargaron de convertir a Red Bird en una de las compañías independientes con más éxito del momento, y no sólo dentro del terreno de los grupos de chicas. Además, la propia Ellie Greenwich descubrió para Red Bird a George "Shadow" Morton, un peculiar talento que catapultó a las Shangri-Las a lo más alto con su grandilocuente y melodramática concepción del pop. Temas como “Leader of The Pack”, "Dressed In Black", "Past, Present And Future" o "I Can Never Go Home Anymore" no sólo no tenían parangón alguno entre sus contemporáneos, sino que establecieron un standard no igualado hasta hoy, consagrando a las Shangai-Las como uno de los íconos rock más perdurables y aceptados.

Y es inevitable mencionar nombres y canciones que definen uno de los primeros estilos puramente pop que se desarrollaron. Además de las antedichas tendríamos a The Chiffons ("He’s So Fine", "One Fine Day"), Lesley Gore ("It’s My Party", "Maybe I Know"), The Cookies ("Chains"), Little Eva ("Locomotion"), Dee Dee Sharp ("Mashed Potato Time"), Claudine Clark ("Party Lights"), The Paris Sisters ("I Love How You Love Me"), The Raindrops ("The Kind Of Boy You Can’t Forget"), The Angels ("My Boyfriend’s Back"), Reparata and the Delrons ("Whenever A Teenager Cries"), The Exciters ("Tell Him", "He’s Got The Power"), … Y estos son solo algunos de los nombres más representativos, porque en poco tiempo y por todo el país comenzaron a surgir innumerables conjuntos de chicas que, en general, y con mayor acierto que desacierto, imitaban el sonido de estos grupos, generando en el camino una larga lista de éxitos menores –y otros ni siquiera eso- muy apreciados por los coleccionistas y amantes del género, y que evidencian la gran salud y la enorme repercusión que en todo el país tuvieron los grupos de chicas. De hecho, el fenómeno de los grupos de chicas americanos tuvo su contrapartida principal en el Reino Unido, donde surgieron un buen número de conjuntos y solistas que adaptaban a la perfección el estilo de sus contrapartes. Desde Dusty Springfield, P.P.Arnold o Sandi Shaw a las Breakaways, The McKenleys o Vernons Girls, por citar sólo alguno de los nombres de una escena que de por sí nos daría para largo.

Pero, tarde o temprano, todo llega a su final, y de forma casi invariable la "Invasión Británica" (1964, el año de la Beatlemanía) ha sido señalada como la causa inmediata del final del sonido de grupos de chicas. Pero más bien, habría que hablar de un conjunto de factores y acontecimientos, invasión incluida, que desembocaron últimamente en el colapso del fenómeno de los grupos de chicas. Entre ellos, y tal vez el más importante, lo constituiría la aparición de grupos y artistas que componían e interpretaban su propio material, lo que dejaba la cadena de producción de los grupos de chicas tocada en su misma base. Además, otros géneros musicales fueron acaparando el interés de los adolescentes y público en general, que dio la espalda así a un género que, por otra parte, había cumplido ya su ciclo vital. Y tal vez lo más decisivo resultó ser el abandono que el género sufrió por sus mismos creadores, a los que sobrevinieron otras circunstancias personales y artísticas que desviaron su atención hacia otros campos… En definitiva, los tiempos no dejaban de cambiar, y lo que hasta hace poco parecía claro y cristalino, hoy tornaba en un mar de matices y claroscuros. Comenzaba la segunda mitad de una década que viviría aún muchos cambios y convulsiones sociales y culturales. Pero ahí queda, sin embargo, el legado de un género cuyos resultados artísticos todavía sorprenden por sus altas cotas de maestría, y cuya influencia se puede sentir en grupos actuales tan dispares como Goldfrapp, Shakespeare’s Sister o The Donnas.


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Notas sobre las fotos: En la primera vemos a Les Girls (Valerie Simpson, Jean Thomas, Ellie Greenwich y Mikie Harris) en el estudio en 1967. En la siguiente, las Shangri-Las y Reparata & The Delrons. Después de las Paris Sisters, tenemos a Larry Levine y Phil Spector trabajando en los estudios Gold Star de Los Angeles; y finalmente el mítico Brill Building, en el 1619 de Broadway, NYC.

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