Friday, January 12, 2007
THE ROCKINGBIRDS: ¡clásicos!
Puede sonar a la más manida de las historias de rock ‘n’ roll, pero lo cierto es que la incógnita a despejar en la ecuación disco de debut perfecto más sello hip y predispuesto igual a fracaso comercial estrepitoso, nunca ha sido fácil de resolver. Y si no que se lo pregunten a los Moby Grape, Brinsley Schwartz y The Beat de esta vida. En el caso que nos ocupa puede que la solución la encontremos en una suerte de “lugar equivocado, momento equivocado”. ¿Hubiese resultado el asunto diferente si “The Rockingbirds” hubiese aparecido cinco años más tarde y lo firmase un grupo de Minneapolis? Es difícil de saber, pero cuando las denominaciones “americana” o “alt country” son hoy ampliamente asumidas hasta por el más moderno y enterado sector de público y crítica, me juego algo a que podríamos estar ahora hablando de un disco tan influyente en esa escena como cualquiera de Uncle Tupelo o Whiskeytown, sin ir más lejos. Sin embargo, cuando su debut se puso a la venta en 1992 parecía que los londinenses The Rockingbirds se iban a comer el mundo. Heavenly Records acababa de firmar un contrato de distribución con Sony y en las primeras semanas desde su edición, el disco había vendido más de 10.000 copias: ¿unos londinenses jugando a ser los Flying Burrito Brothers? ¿Y por qué no? La realidad es que se quedaron a las puertas de un éxito que sin duda merecían. El personaje clave de esta historia responde por el nombre de ALAN TYLER. Militante, en otros tiempos, de la cultura post-punk y firme creyente de su ética anti-rock, el bueno de Alan tuvo una revelación escuchando unos cuantos sencillos primerizos de Elvis en una fiesta, y se tira los tres años siguientes escuchando al señor Presley y a Hank Williams. Así las cosas y tomando como base de operaciones el 123 de Camden Road (ver foto de portada de su primer LP), Alan consigue involucrar a unos cuantos amigos y los Rockingbirds cobran vida: Alan a la voz y guitarra, Andrew Hackett guitarra solista, Patrick Arbuthnot a la pedal steel, Dave Morgan (ex –Weather Prophets) a la batería y Dave Goulding al bajo. Tras los obligatorios ensayos y primeros bolos el grupo consigue llamar la atención de Jeff Barrett, que venía de trabajar en los departamentos de prensa de Creation y Factory, y era dueño de la incipiente discográfica Heavenly. Entusiasmado con lo que oye, Barrett decide publicarles su primer sencillo y financiar un primer LP. Grabado en Londres y producido por Clive Langer (Madness, Teardrop Explodes, Morrisey…), el álbum es un compendio de grandiosas canciones pop teñidas de suaves aromas country. Canciones así, con mayúsculas, sin mayor pretensión que la de hilvanar los tres acordes de siempre para dar rienda suelta, de la forma más harmoniosa y melódica posible, a las mismas historias de siempre. Pero es ahí, precisamente, donde radica siempre la dificultad, ¿no creen? Un disco que podía haber sido grabado en 1969, en 1974 o en cualquier otra fecha que gusten. Clásico. La gran recepción de crítica (uno de los mejores discos de 1992, según el NME), se vio refrendada por apariciones en festivales de postín (Glastonbury, Reading, Finsbury Park Fleadh, etc.), y giras por todo el Reino Unido.
Después de un igualmente sobresaliente segundo, y casi póstumo, álbum “Whatever Happened to The Rockingbirds” (Cooking Vinyl/Heavenly, 1995), el grupo se disolvió, y cada cual siguió su propio camino. Así Andrew Hackett ha trabajado con Edwyn Collins y Sean Read con Beth Orton, pero es Alan Tyler quien, de alguna manera, ha mantenido vivo el legado de los Rockingbirds. Tras la disolución del grupo formó, junto a Sean Read, The Famous Times. Pero eso, y lo que ocurrió después, es ya otra historia que contaremos en otro momento.
Entro discretamente para saludar y alabar el gusto. No cabe duda de que los Rockingbirds fueron una gran banda.
ReplyDeleteY mira lo cerquita que tenemos ahora a Alan Tyler.
Estaremos atentos a vuestros posts.
ReplyDeleteUn saludo